El niño es mudo para decir cuán frío es el día, cuán cálido el perfume de la rosa en verano, cuán terribles los cielos oscuros del crepúsculo y temibles los altos soldados que redoblan tambores.
Pero nosotros tenemos el lenguaje, que mengua al hiriente calor y que amortigua al cruel perfume de la rosa. Deletreándola, atenuamos la noche que se cierne y así también el miedo y los tambores.
El lenguaje, como una fría malla nos ciñe, protegiéndonos del exceso de júbilo o de espanto...
Poema Robert Graves
Traducción Eduardo Anguita
lunes, 8 de febrero de 2010
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